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Como tratar las dolencias en las rodillas

La rodilla es la articulación más grande del cuerpo y a la vez la más vulnerable.

Confiere al ser humano una gran movilidad, ya que en posición de flexión permite el cuerpo alzarse, caminar, correr, agacharse, saltar o girarse.

Además, en posición de extensión contribuye a su estabilidad, aunque, al mismo tiempo, soporta la presión del peso del cuerpo, razón por la que es la articulación más vulnerable.

De hecho, la rodilla es la articulación que más se lesiona, tras el tobillo, en la práctica deportiva y la cuarta en el mundo laboral.

Puesto que los problemas y lesiones que pueden afectar a esta articulación son muy diversos, existen diferentes tratamientos:

Reposo y frío o calor. Esta es una de las recomendaciones médicas más frecuentes para lesiones como esguinces leves, distensiones, desgarros o sobrecargas. En ocasiones, este tratamiento puede completarse con la aplicación de hielo, un vendaje elástico comprensivo y manteniendo la pierna elevada, colocándola sobre almohadones o cojines. En el caso de la artrosis, puede ser necesario, en cambio, aplicar calor seco en la zona con una bolsa de agua caliente o una manta eléctrica.

Tratamiento farmacológico. Para reducir el dolor y la inflamación, el facultativo puede prescribir analgésicos o antiinflamatorios no esteroides como el ibuprofeno o infiltrar directamente en la rodilla corticoides o ácido hialurónico.

Ortopedia. En algunos casos, puede ser necesario llevar una rodilla gracias a la inserción de una cámara diminuta mediante una incisión. Con frecuencia, se puede reparar la lesión durante la misma operación. En otras ocasiones, las operaciones quirúrgicas son abiertas.

Fisioterapia. Tras una lesión o intervención quirúrgica, pueden ser necesarias sesiones de rehabilitación durante varias semanas o meses, en las que se realizan ejercicios para recuperar la movilidad de la rodilla y para estirar y fortalecer los músculos implicados en el movimiento de esta articulación.

Las lesiones y problemas de la rodilla pueden prevenirse o aliviarse, si se tienen en cuenta una serie de sencillas recomendaciones.

1. Presta atención a tu dieta.

Tu alimentación debe ser equilibrada y rica sobre todo en vitaminas A, C, D, calcio y ácidos grasos Omega-3. Además, bebe agua en abundancia y rehidrátate tras realizar esfuerzos.

2. Controla tu peso.

La alimentación y el ejercicio físico te ayudarán a conseguir el peso adecuado a tu edad y constitución. Ten en cuenta que cada kilo de más ejerce aproximadamente cinco kilos extra de presión sobre la rótula al bajar a subir escaleras, y una pérdida de 5 kg disminuye en un 50% los síntomas asociados a los dolores de rodilla.

3. Cuida tu higiene bucal.

Muchas de las enfermedades bucales tienen un reflejo en las articulaciones y músculos. Por eso cepíllate los dientes correctamente después de cada comida; realiza también una limpieza lingual; usa microcepillos o seda dental para asegurar un repaso minucioso; y visita a tu odontólogo una vez al año.

4. Realiza ejercicio, pero con precaución.

El ejercicio moderado más recomendable es nadar, pedalear o caminar. Pero siempre debes realizar un buen calentamiento antes de comenzar, y ejercicios de estiramiento y enfriamiento al acabar. Cuando sea necesario, lleva siempre el equipo de protección adecuado como, por ejemplo, las rodilleras.

5. Mantén una buen tono muscular.

Existen una serie de actividades físicas como la bicicleta -también la estática- o la natación, que te permitirán fortalecer la musculatura, especialmente el cuádriceps, sin sobrecargar las articulaciones. Es mejor evitar los deportes con carrera y salto; y en el caso de decantarse por correr, conviene hacerlo por una superficie lisa y suave como un sendero, en lugar de por cemento. Además, si trabajas sentado, haz descansos cada hora o realiza pequeños movimientos de piernas para prevenir la atrofia muscular.

6.  Elige el calzado adecuado. 

Al realizar deporte, tu calzado debe sujetar el pie de manera suficiente y proporcionar la amortiguación necesaria para el tipo de actividad que estás realizando. En la vida diaria, no se recomienda utilizar un tacón excesivo o suelas demasiado blandas o desgastadas, porque además de dolor y deformidad en los pies, este calzado puede sobrecargar y dañar las rodillas. El calzado que uses debe repartir bien al carga del peso y amortiguar el impacto de la zancada.

7. Recurre a las rodilleras. 

Las rodilleras son una solución terapéutica muy adecuada para prevenir y tratar las lesiones o dolor en esta articulación. Acude a la farmacia, donde el profesional te orientará acerca del producto más ajustado a tu necesidad, dolor o a la actividad física que vayas a realizar o sujeción que precises. Las terapias de frío/calor también son muy recomendables para aliviar el dolor y las molestias relacionadas con traumatismos, fracturas, distensiones… que afectan a la rodilla.

8. Toma de medicamentos.

También los analgésicos, como el paracetamol, y medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINEs) como el ibuprofeno son una medida contra el dolor, pero su toma deberá ser siempre pautada por un médico.

9. Ve al médico en cuanto sientas dolor.

Si comienza a dolerte la rodilla, acude a tu médico cuanto antes, con el fin de prevenir lesiones graves. También antes de realizar deportes de riesgo, sería recomendable que te sometas a un reconocimiento médico para cerciorarte de que tus rodillas se encuentran en óptimo estado. Sigue las indicaciones del especialista en cuanto al tratamiento, farmacológico o no.

10. No retomes tus actividades habituales hasta que el médico te lo permita.

Por muchas ganas que tengas de volver a hacer deporte o una vida normal, no esperar el tiempo suficiente para que una lesión mejore o para que la rodilla se recupere tras una intervención, aumenta el riesgo de recaída o de futuras lesiones. En ocasiones, además, puede ser necesaria rehabilitación antes de retomar la actividad física.