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Consejos para prevenir y mejorar el acné

El acné es la enfermedad cutánea más frecuente, y se inicia en una etapa crítica de la vida.

Aunque parezca que es una patología sencilla, debemos tener en cuenta que la aparición de unas lesiones visibles y significativas en una edad en la que la imagen y la autoestima se están desarrollando, hacer que puedan darse efectos emocionales y psicológicos importantes en las personas que la padecen.

Además, hay que añadir que es un trastorno de larga evolución y que presenta la posibilidad de dejar secuelas permanentes (cicatrices). Por tanto, lejos de ser una enfermedad banal, el acné se convierte en un problema de salud importante debido a su repercusión en la calidad de vida de los pacientes.

Actualmente la base del tratamiento se basa en una intervención precoz y el empleo de un arsenal cosmético y terapéutico muy eficaz.

Es una enfermedad inflamatoria, causada por múltiples factores, que afectan a las glándulas productoras de sebo (grasa) localizadas en la cara, la espalda, el pecho, los hombros, e incluso la parte superior de los brazos.

Se sabe que en su aparición interviene una bacteria específica, el Propionibacterium acnés, junto a otras, lo cual ha permitido el desarrollo de tratamientos dermocosméticos y medicamentos, así como de nuevas medidas terapéuticas específicas.

Recomendaciones para prevenir y mejorar el ácne

– No te toques la piel.

Apretarte y rascarte las diferentes lesiones que produce el acné puede empeorar el problema y dejarte cicatrices o manchas oscuras en la piel. Además, las manos pueden ser siempre posibles portadoras de bacterias, lo que aumenta el riesgo de infecciones.

– Lávate la piel con delicadeza.

Limpia tu rostro dos veces al día con productos específicos para pieles grasas y lávate y sécate sin restregar. Posteriormente, hidrata tu cutis con cremas o geles que también sean adecuados para tu tipo de piel. Desmaquíllate siempre al final del día.

– Limpiezas de cutis sí, pero con precaución.

Existen mascarillas y diferentes cosméticos queratolíticas que ayudan a eliminar la obstrucción de los poros. También existen medicamentos que pueden realizar esta función.

– Aféitate con cuidado.

Y solo cuando sea necesario. Si usas cuchilla, la hoja debe estar bien afilada y, antes de aplicarte la crema de afeitar, es recomendable que te laves la cara con agua y jabón a fin de ablandar la barba.

– Elige los cosméticos adecuados.

Las personas con piel grasa deben escoger aquellos de consistencia no aceitosa y, sobre todo, los que incluyen la leyenda «no comedogénicos», puesto que son los que no obstruyen los poros de la piel. Utilizar cosméticos de color y fotoprotectores libres de grasa.

– Ten cuidado con el sol.

Aunque el sol puede mejorar el acné, este efecto es pasajero y después puede provocar un efecto rebote y empeorar las lesiones. Además, los rayos ultravioleta y la radiación infrarroja A (IR-A) pueden provocar graves daños en nuestra piel a corto y largo plazo, por lo que es imprescindible protegerse adecuadamente con tratamientos fotoprotectores adecuados para pieles grasas. Los geles crema tacto seco te dan un acabado mate.

– Lávate el cabello con regularidad.

Sobre todo si tienes el pelo graso, debes lavarte el pelo de manera periódica, con el fin de llevarlo siempre limpio y evitar que su grasa pase a la piel. Separar el pelo del rostro (flequillo, etc.).

– Sigue una dieta equilibrada.

La AEDV recomienda comer sano y excluir o reducir al máximo aquellos alimentos con alto índice glucémico como azúcares refinados.

– Acude al dermatólogo.

La mejor manera de prevenir las cicatrices es seguir cuanto antes el tratamiento adecuado para tu tipo de acné, que tu médico sabrá valorar. En ocasiones, el tratamiento incluye medicamentos que requieren un estricto control por parte del especialisata.

– Constancia en la aplicación de tratamientos.

Tanto en el caso de los genes y cremas tópicos como en le de los medicamentos, al seguir un tratamiento contra el acné, debes cumplir las recomendaciones de tu dermatólogo al pie de la letra y ser constante en el tiempo.