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Consejos para prevenir y tratar la bronquiolitis en niños

La bronquiolitis es un proceso que puede definirse como el primer episodio de sibilancias (pitos) y dificultad respiratoria aguda en niños menores de 2 años. Se da cuando se produce una obstrucción inflamatoria en las vías respiratorias, especialmente en las vías pequeñas, llamadas bronquiolos; de ahí viene el nombre de bronquiolitis.

Se trata de una infección aguda de origen vírico y aunque puede haber varios virus implicados, como el rinovirus, influenza, parainfluenza, adenovirus o metapneumovirus, el más frecuente es el Virus Respiratorio Sincitial (VRS).

El objetivo del tratamiento de la bronquiolitis es mantener una adecuada oxigenación e hidratación del niño.

Para ello, es muy importante aportar una adecuada información a los padres con explicaciones concretas sobre los signos y síntomas de agravamiento de la enfermedad, así como evitar ambientes muy cargados, humo de cigarrillos o contaminación ambiental y aglomeraciones.

Para mantener una adecuada hidratación hay que administrar líquidos y ofrecer alimentación en pequeñas cantidades y frecuentemente.

También se suele recomendar mantener al niño en posición semiincorporada, a 30º con el cuello extendido y proceder a la limpieza y desobstrucción de las vías aéreas superiores con suero fisiológico o agua de mar. No está indicada de forma habitual la fisioterapia respiratoria.

En la actualidad, el tratamiento farmacológico no está demostrado que tenga beneficios en la mayoría de casos, aunque se puede hacer algún ensayo en situaciones concretas.

La gran mayoría de los casos de bronquiolitis son leves, se tratan en el domicilio siguiendo dichas pautas y son controlados por el pediatra. La fase crítica son las primeras 48-72 horas, en la que es muy importante aportar oxígeno cuando la saturación sea baja (menos del 92%).

Si el cuadro empeora se recomienda el ingreso hospitalario para llevar a cabo medidas de soporte. También se debe derivar al hospital si el paciente presenta algún factor de riesgo añadido, como saturación de oxígeno baja, afectación del estado general, incapacidad de alimentarse, respiración frecuente con más de 60 respiraciones / minuto, cianosis peribucal (mala coloración) o cuadros de apnea.

A continuación os indicamos  algunos consejos para prevenir y tratar la bronquiolitis.

– Lávate las manos con frecuencia.

De todas las medidas preventicas, la que más ha demostrado su eficacia frente a esta enfermedad y otras similares es el lavado de manos de forma adecuada y frecuente.

– Mejor, en casa.

Los niños con bronquiolitis son la principal fuente de contagios para otros, especialmente durante los primeros días de la enfermedad, cuando presentan el cuadro catarral. Por eso, los niños afectados no deben ir a la guardería y se debe evitar el contacto con otros lactantes no escolarizados. Además, la mayoría de los casos de bronquiolitis son leves y se pueden tratar en casa sin medicación.

– Lejos del foco de contagio.

Para evitar el contagio, se piensa que la distancia de más de 2 metros puede ser protectora, aunque el virus sobrevive hasta 7 horas en superficies, mientras que las secreciones de los niños afectados pueden ser contagiosas durante una semana o más.

– Asegúrate de que tu bebé está bien hidratado.

Tras intentar prevenir el contagio, el objetivo del tratamiento de la bronquiolitis es mantener una adecuada hidratación del niño. Para ello, administrarle líquidos y dale alimentación en pequeñas cantidades y de forma frecuente.

– Limpia su nariz.

Sobre todo antes de las tomas (ya sea lactancia materna o biberón), realiza una correcta limpieza y desobstrucción de sus vías aéreas superiores con suero fisiológico o agua de mar.

– Mantén el bebé recostado.

Es mejor mantener al niño boca arriba, en posición semiincorporada, a 30º y con el cuello extendido, porque esta postura le ayudará a respirar mejor.

– Controla su temperatura.

Ponle el termómetro para tomarle la temperatura varias veces a lo largo del día y usa los antitérmicos indicados por el pediatra en aso de que los precise.

– Evita los irritantes ambientales.

Aleja a tu hijo de los ambientes secos o muy cargados con contaminación ambiental, humo de cigarrillos o incluso productos de limpieza, e intenta huir de las aglomeraciones.

– Vigila si empeora.

Permanece atento y observa si presenta signos de empeoramiento como mayor velocidad al respirar o dificultad para hacerlo, llegando, incluso, a dejar de respirar durante unos segundos; palidez o mal color; lloros continuos y estado general agitado; rechazo del alimento o vómitos. En estos casos, acude a urgencias lo antes posible.

– Infórmate para saber cómo actuar.

Una información adecuada es fundamental para evitar complicaciones y saber en cada momento dónde acudir para solicitar antención sanitaria.